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La vida pública de Jesús

Vida pública vs. pasión

La tradición cristiana ha dividido la vida de Jesús en cuatro partes: el nacimiento e infancia, los años oscuros, la vida pública y la muerte y resurrección. La tradición barroca interpretó los primeros doce años de Jesús en relación a la vida de la Virgen, y la última semana de vida de Jesús corresponde a su muerte y resurrección; entre los doce años y el momento de su bautismo hay silencio absoluto tanto en la tradición de la Iglesia primitiva como en los evangelios. Pero al periodo que transcurre entre el bautismo y el comienzo de la Semana de Pasión se le denomina ministerio público o vida pública de Jesús. En este periodo, que según la tradición duró tres años, transcurren la predicación y los milagros, según algunos evangelios, así como la mayor parte de sus acciones y encuentros. Por esta razón, gran parte de los capítulos de los cuatro evangelios están dedicados a exponer estos acontecimientos, incluso el Evangelio de Marcos se salta la infancia y comienza directamente con el ministerio público. En otras palabras, la vida pública es la parte más importante para los evangelios, pues allí se encuentra contenida la “buena nueva” de la vida de Jesús. Para la fe, esta escritura valida su muerte y resurrección, el hecho nuclear de la fe.

Mapa 1. Proporción de pinturas de la vida pública de Jesús con respecto a la cristología

Paradójicamente, la cultura visual iberoamericana invierte esta importancia proporcional de la vida pública. El discurso se centra en la muerte y resurrección, cuya producción es nueve veces mayor que la de las pinturas relacionadas con el conjunto de temas de la vida pública. En la gráfica de temas cristológicos puede observarse cómo estos no son más de un 10 %, que sumado al 6 % de pintura devocional arroja una proporción significativa para la pintura de la pasión. Al igual que otros tópicos de pinturas cristológicas, las pocas pinturas se concentran en la Nueva España y el Perú, y las demás regiones tienen una participación bastante exigua. Incluso hay regiones, como la Capitanía de Chile, donde esta pintura es prácticamente inexistente (mapa 1). En este tipo de pintura, como muchos de los temas cristológicos, existen algunos ejemplares en las regiones anglosajonas en cantidades más o menos similares a otras regiones iberoamericanas.

Para el desarrollo del tema puede observarse que existen tres grandes conjuntos temáticos: escenas relacionadas con la predicación, los milagros de Cristo y el bautismo. En la gráfica de la vida pública se observa que los temas relacionados con predicación cubren un 43 %, seguido de las pinturas de milagros y finalmente el bautismo. Esta elección de temas que hizo la cultura visual americana dejó por fuera muchas otras escenas de la vida pública, que son la base de la doctrina y la tradición de la Iglesia. Muchas de estas elecciones se dieron en algunas regiones en condiciones particulares de evangelización y de procesos religiosos autónomos a esas sociedades.

 

Tiempos de vida pública

La línea de tiempo (gráfica 1) muestra que la mayoría de las pinturas se produjeron entre la segunda mitad del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVIII. Esto responde a los problemas derivados del proceso de evangelización, en el que las obras catequéticas cumplían una función de cristianización, especialmente indígena. Como sucede con buena parte de los temas religiosos, el decaimiento es notorio a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. Al detallar los subtemas, que tienen una producción paralela, es patente que algunos, como los milagros y la predicación, se producen a partir del siglo XVII. Las escenas vinculadas a este tema no aparecen en series ni tampoco pareciera que son objetos de devoción.

Gráfica 1. Línea de tiempo de la vida pública de Jesús

 

Las imágenes de la vida pública

Una de las características particulares de las pinturas del ministerio público de Jesús es que son muy selectivas. Debido a la gran cantidad de milagros, parábolas, predicaciones y distintos tipos de hechos y acciones, la cultura visual escogió algunos y sobre esos acrecentó el relato de los misterios. Lo interesante es que existe una especie de “acuerdo” entre las distintas regiones americanas para hacer estas elecciones temáticas. El resultado es el interés particular de lo que podríamos denominar el discurso colonial sobre un tipo de producción cristológica. Tanto la predicación como los milagros de Jesús se inician con el acto inaugural de la vida pública, el bautismo llevado a cabo por Juan el Bautista. La escena es prácticamente invariable en su estructura (Arca 903): Jesús se encuentra dentro del río Jordán, mientras Juan el Bautista vierte agua sobre su cabeza. A veces se emplean algunos gestos distintos, como la genuflexión, y otras se incluye un paisaje algo más complejo (Arca 3250) o algunos ángeles acompañando el acontecimiento (Arca 5118). Además de estas alternativas visuales no hay más variaciones. Pareciera que los temas que no estuvieron en debate teológico o en la mira de los protestantes no tuvieron una proliferación temática.

Ilustración 1. Gerardus Duyckinck I, Jesús cura al hombre ciego. Óleo sobre tela, 1725-1730, Estados Unidos. Colección Metropolitan Museum of Art (MET), Nueva York. (Dominio público)

 

Las que sí tuvieron una secuencia creativa en las representaciones fueron las pinturas relacionadas con la predicación, el tema más pintado de esta sección. La predicación tiene una vertiente cercana a las acciones de la vida de Jesús, que, por lo general, terminan en una enseñanza particular. También es usual escenificar algunas parábolas. Básicamente existe un repetición visual en siete temas de los muchos contenidos en los evangelios, entre ellos, en orden de prioridades y como se observa en la gráfica 2, se encuentran el hijo pródigo, la samaritana, la mujer adúltera, la expulsión del templo, Jesús con Marta y la cananea, algunas escenas con san Pedro —sobre todo la entrega de las llaves (ilustración 2, Arca 9478)— y Magdalena lavando los pies de Cristo. La mayor parte de estos subtemas no tienen modelos que marquen el desarrollo del tema, como ocurre en otros géneros. Muchas de estas pinturas son narraciones historiadas que cuentan el hecho, la parábola o el acontecimiento. Por ejemplo, la parábola del hijo pródigo escenificada por Quispe Tito (Arca 8734) narra la historia en una secuencia de escenas que un lector de la época, conociendo el relato, puede identificar sin dificultad.

Gráfica 2. Temas más usuales de la vida pública de Jesús

Esto mismo ocurre con otras pinturas de esta temática, que más que objetos de devoción están dispuestos para la meditación. Por ejemplo, en El hijo pródigo de Francisco Albán (Arca 9737) aparecen varias escenas diferenciadas con el apoyo de la oralidad escrita, es decir, con la ayuda de las filacterias e inscripciones. Además, el tema del hijo pródigo tenía un profundo sentido penitencial, quizá por eso era tan popular. Fuera de estos elementos, los relatos visuales se ajustaban a los evangelios y detrás, al cumplir con sus requisitos básicos, estaba toda la imaginación de los pintores. Pero así mismo, hay otros temas que aparecen representados eventualmente y de los cuales existen muy pocas pinturas, entre los cuales se destacan ciertas secuencias de la vida de Jesús (Arca 4544), en los que se trata de recalcar sus hechos, milagros y predicaciones (ilustración 3, Arca 2393), tres cosas distintas que se reúnen en una sola pintura.

Ilustración 2. Manuel de Jesus Pinto, Entrega de las llaves a San Pedro. Óleo sobre madera, siglo XVII, Brasil. Concatedral de São Pedro dos Clérigos, Recife, Pernambuco. (C.C 3.0)

 

Los milagros, por su parte, tienen una estructura similar. Los evangelios mencionan una gran cantidad, pero solo se pintan unos pocos, los más significativos. La cultura visual se fija en cuatro: las bodas de Canaán, la resurrección de Lázaro, la multiplicación de los panes y Jesús salvando a Pedro de las aguas. Las cuatro acciones milagrosas, como sucede con los eventos de hechos y predicación, no parecen estar inspiradas en modelos estipulados por los grabados o las autoridades eclesiásticas, es decir, no se atan a las posibles convenciones, de manera que el tratamiento es más o menos libre. La resurrección de Lázaro ocurre en una habitación (Arca 5477), pero también en una vía pública (Arca 5207). No hay maneras visuales específicas más allá de recoger la esencia de la narración bíblica. Además de estos hay otros milagros narrados en los evangelios, de los cuales existen pocas representaciones, por ejemplo, las curaciones (ilustración 1) y las expulsiones de demonios.

Finalmente, debe mencionarse un tema que no hace parte de la predicación o los milagros, pero está inscrito en la vida pública. Por su naturaleza se integraría a la clasificación del Cristo glorificado. Se trata de la transfiguración, la cual está narrada en los evangelios sinópticos y trata el momento en que Jesús se inviste de gloria, dejando su condición humana (Lucas 9, 28-36). Es un tema con poca presencia en la tradición visual (Arca 5203) y la iconografía lo presenta de blanco radiante, acompañado por sus apóstoles, en una aparición rodeada de los profetas.

Ilustración 3. Juan Rodríguez Juárez, Jesús con la mujer enferma. Óleo sobre tabla, ca. 1700, Nueva España. Colección Museo Nacional de Arte, México. (Dominio público)

 

Los datos

Los temas relacionados con la predicación de Jesús, así como sus milagros, tenían una gran importancia en la cultura visual debido a que sobre ellos reposaba el núcleo del que se nutría la tradición, los dogmas y la doctrina cristiana. Es decir, eran lo que les proporcionaba sentido a la muerte y resurrección. El cristianismo veía en estos textos el centro para fundamentar verdades, de hecho, sobre estos textos neotestamentarios reposaba la doctrina cristiana. Pese a esta importancia, es interesante observar la escasa presencia que tienen dentro de la pintura colonial americana. Sin embargo, teniendo en cuenta lo que se significaba de la vida pública de Jesús, puede esbozarse un problema que ayudaría a entender el lugar que le aporta la cultura visual a la sociedad con este tipo de representaciones. Detrás de los milagros y las escenas de vida y predicación de Jesús se encuentra la defensa de los sacramentos (Lugo, p. 41).

El bautismo no era necesario defenderlo, pues, como estaba presente en los evangelios, nunca fue cuestionado; antes bien, se incorporó a la tradición protestante. Pero los otros sacramentos, especialmente la confesión y la eucaristía, que fueron tan fuertemente cuestionados, se destacaron visualmente de una manera metafórica a través de los milagros de Jesús. Por ejemplo, las bodas de Canaán o la multiplicación de los panes son claramente mensajes de carácter eucarístico; igual que el lavatorio de los pies por María Magdalena o la parábola del hijo pródigo, estaban relacionados alegóricamente con la penitencia y el perdón, y, por esta razón, con la penitencia sacramental. De esta manera se trata de ver en los mensajes del Nuevo Testamento los preanuncios a la salvación y los sacramentos, como elementos que están detrás de estas representaciones.

 

 

 

Referencias bibliográficas y lecturas recomendadas

Londoño, Santiago. (2012). Pintura en América hispánica, t. 1. Bogotá: Universidad del Rosario.

Lugo Olín, María Concepción. (2011). Los sacramentos: un armamento para santificar el cuerpo y sanar el alma. En Antonio Rubial García y Doris Bieñko, Cuerpo y religión en el México barroco. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Maquívar, María Consuelo. (2006). De lo permitido a lo prohibido. Iconografía de la Santísima Trinidad en la Nueva España. México: Conaculta – Inah – Porrúa.

 

 

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