X
{{cat.name}}
{{singleVars.tipo}}
({{singleVars.numero}})
Resurrección y glorificación de Cristo

La resurrección: un tema escaso

La muerte y la resurrección de Cristo es el acontecimiento central del cristianismo. Todas las escenas de la pasión y la vida misma de Cristo preparan para este acontecimiento: el paso de la muerte a la vida. Este es el eje de la cristiandad, que se basa en la promesa de un Mesías que redimiría la condición humana frente al pecado, promesa que viene desde el Antiguo Testamento, de acuerdo con la tradición judía. La importancia de este acontecimiento para el cristianismo primitivo no se mide solo en la significación religiosa del hecho, sino también en la imaginación que acompañó el proceso, pues la resurrección abrió un amplio campo de interpretaciones. Una buena parte de las herejías, como el adopcionismo, que proponía que Jesús había sido adoptado por Dios en el momento de la crucifixión, minó en su época la tradición cristiana. Por esta razón, desde aquella época se cerró la posibilidad de interpretar el hecho, por lo que la producción textual y, por supuesto, las imágenes fueron muy controladas.

Todas las escenas de la pasión y la vida misma de Cristo preparan este acontecimiento: el paso de la muerte a la vida. Este es el eje de la cristiandad, que se basa en la promesa de un Mesías que redimiría la condición humana frente al pecado.

Una de las características de la cultura visual con respecto a estos temas cristológicos fue la unificación temática bajo modelos claros y representativos. En buena medida esto se debe a que la Reforma cuestionó muy poco este acontecimiento, por lo que no puso en duda la representación de la resurrección, como sí pasó con los santos, la Virgen o los dogmas. Pese a que la resurrección y los hechos posteriores estaban claramente controlados y no había mayores inconvenientes con los principales detractores, el tema no tuvo mayor difusión ni generó devociones especiales. De hecho, es el tema cristológico con menos cantidad de representaciones visuales. Si se observa la gráfica de los temas de la pasión, solo el 8 % aborda el acontecimiento. Es decir, es un porcentaje muy bajo teniendo en cuenta su importancia, el hecho más significativo del cristianismo. Otro elemento se adiciona al asunto: este es uno de los temas en los que la representación es más o menos equilibrada en todos los territorios iberoamericanos, es decir, los territorios anglosajones, Venezuela y Brasil cubren porcentajes cercanos al 16 % sobre los temas de la pasión y las otras regiones unos porcentajes menores.

Mapa 1. Porcentaje de la resurrección en relación a la pasión

 

Resurrección y glorificación en el tiempo

El tema de la resurrección está localizado con más fuerza en un momento en que esta problemática es relevante para la América colonial, el siglo XVI, lo que corresponde al proceso de conquista y poblamiento de América. La proporción de los temas es significativa debido a la evangelización de los naturales, sin olvidar el refuerzo que se aplica a criollos y mestizos. De los subtemas, la resurrección y Pentecostés tienen la mayor persistencia en el tiempo, y corre paralelo su discurso visual.

Gráfica 1. Línea de tiempo de la glorificación y resurrección

 

Las imágenes de la resurrección

El tema de la resurrección de Cristo es un proceso que cubre varios momentos: el acontecimiento como tal, las apariciones posteriores a la resurrección, Pentecostés, la transfiguración y la ascensión definitiva (gráfica 2). Los hechos están narrados en los evangelios y se constituyen en el eje del cristianismo, pues se trata de mostrar el carácter supranatural de Cristo quien, por su poder, vence a la muerte y resucita. El acontecimiento es central porque, además de revelar el poder de Dios, demuestra el cumplimiento de la promesa de una vida más allá de la muerte. En este contexto, la cultura visual encarnó dichas creencias y las trasladó a las imágenes de una forma vívida para los creyentes, a lo cual se integró la imaginación sobre los hechos. La gráfica de los temas de resurrección muestra cómo se da el proceso, siendo el tema más representado el de la resurrección, con un 36 %. Su propuesta visual conserva la misma forma y prototipos en la mayor parte de sus imágenes.

Gráfica 2. Temas centrales de la glorificación y resurrección

La resurrección como tema comporta varias características iconográficas, entre ellas un rompimiento de gloria o un juego de luz en medio de la oscuridad para significar el nuevo momento que está teniendo lugar. El Cristo sale de la tumba y, aunque los evangelios no lo especifican textualmente, porque mencionan que los soldados que lo custodiaban estaban dormidos, por lo general se disponen testigos, como se observa en la ilustración 1 (Arca 1473). Dentro de esta temática, a veces se incluye de una forma similar un hecho que no es mencionado en los textos bíblicos del Nuevo Testamento, pero que hace parte de la tradición de la Iglesia, el descenso a los infiernos o al lugar donde estaban los anteriores padres, esperando la resurrección (Arca 6480). Este tema se incluyó en el credo a partir del siglo IV, por lo que era un precepto de culto. Es importante considerar un detalle más: esta es una de las representaciones que no tienen habitualmente donantes, aunque muy eventualmente se acompaña de santos.

Ilustración 1. Alonso López de Herrera, La resurrección de Cristo. Óleo sobre madera, ca. 1625, Nueva España. Colección Museo Nacional de Arte, México. (Dominio público)

 

El siguiente tópico en número de pinturas es Pentecostés, con un nivel de producción más o menos significativo. Este tema no está relatado en los evangelios, sino en los Hechos de los Apóstoles 2, en el que se menciona que, a los cincuenta días de la resurrección, el Espíritu Santo descendió en forma de lenguas de fuego sobre los apóstoles que estaban reunidos junto a la Virgen. Este acontecimiento se consideraba importante porque justificaba la continuidad de la transmisión de la gracia y el poder de Dios mediante la imposición de las manos, herencia de este acontecimiento. La representación visual también cumple un estándar de similitud: la Virgen en el centro y los apóstoles a su alrededor, mientras descienden las lenguas de fuego en un rompimiento de gloria (Arca 1290).

Ilustración 2. Manoel da Costa Ataíde, Ascensión de Cristo. Óleo sobre madera, siglo XVIII, Brasil. Techo de la capilla de Santa Bárbara, Mariana. (Dominio público)

 

Entre los acontecimientos posteriores a la resurrección, los evangelios mencionan una serie de apariciones en las cuales Cristo trataba de convencer a sus seguidores de que él era el elegido. Estas, según los evangelios, se dieron a distintos personajes y no hay un relato que los vincule entre ellos. El discurso visual colonial trató muy poco este tema, por lo que no hay una secuencia de imágenes representativas de las apariciones, sino pinturas dispersas. Los pasajes bíblicos más frecuentes de esta naturaleza son la cena de Emaús (Arca 11541), la incredulidad de Tomás, la aparición a María Magdalena (Arca 5278) —conocido iconográficamente como Noli me tangere—, la aparición a las mujeres, a la Virgen, a José de Arimatea, etc. Es decir, respecto a este conjunto amplio prácticamente no existe una repetición sistemática de alguna de estas apariciones, por lo que la subclasificación es genérica, como “apariciones”. De este breve listado, los más populares son la cena de Emaús y la aparición a María Magdalena. La característica común a todos ellos es la manera como se muestra a Cristo resucitado, con el manto talar rojo y semidescubierto.

Ilustración 3. John Singleton Copley, La ascención. Óleo sobre tela, 1775, Estados Unidos. Colección Museum of Fine Arts of Boston, Boston. (Dominio público)

 

El tema de la ascensión también tiene características particulares, pues la tradición bíblica lo menciona como un hecho que ocurre después de prometer el segundo regreso, acontecimiento denominado Parusía. La ascensión es la acción de subir al cielo por sus propios medios, habiendo convocado y bendecido a sus apóstoles (Lucas 24, 50) (ilustración 2, Arca 6501). La imagen trata de retratar con precisión este hecho, de modo que guarda el mismo formato: los apóstoles se encuentran reunidos, contemplando cómo Cristo sube al cielo, en medio de un rompimiento de gloria. La ilustración 3 es un buen ejemplo de los significados y las maneras de representarla. Además, como se observa en el mapa 1, este es uno de los temas que tienen arraigo en la tradición pictórica anglosajona.

 

Temas religiosos anglosajones

El tema de la resurrección cumple una función importante en la cultura visual: crear un imaginario de cómo pudo ser el hecho. Pero también maneja algunos conceptos claves para la tradición cristiana: el problema de la incredulidad, la comprobación de los hechos salvíficos protagonizados por Cristo y la manera como se prolonga la tradición apostólica por medio del hecho central de la comunicación de la fuerza del Espíritu Santo en Pentecostés. Estos elementos, que no fueron un eje necesario en el proceso de expansión del cristianismo en América ni tampoco generaron una devoción particular, tuvieron una escasa producción visual.

La resurrección es uno de los pocos temas a los que se les presta atención en la producción norteamericana anglosajona. Existen algunas pinturas como se observa en la ilustración 3 (Arca 12306). Se trata de imágenes que tienen un tratamiento visual distinto al católico, en el sentido que no están recargadas de atributos iconográficos y simbólicos, ni tampoco poseen elementos dramáticos como los que incluye la imagen iberoamericana, como puede analizarse con este ejemplo (Arca 2276). La pintura católica tiene una caracterización de cristología devocional, mientras que la anglosajona no. La mayor parte de estas pinturas fueron ejecutadas por Benjamin West y John Singleton Copley, por lo que fueron producidas a finales del siglo XVIII. Esto demuestra el escaso interés en la pintura religiosa, incluso en las representaciones cristológicas.

Gráfica 3. Línea de tiempo de la pintura religiosa anglosajona

Incluso no deja de ser interesante observar el conjunto de la pintura religiosa anglosajona, la cual no alcanza a ser el 5 % del total de lo que se produjo; para esta investigación, ciento nueve pinturas sobre un total de 2044. En este sentido, la producción es bastante pequeña y, como se observa en la gráfica 3, está concentrada en el siglo XVIII. De la línea de tiempo pueden establecerse dos inquietudes: la producción de pintura religiosa crece con el proceso de independencia. A partir de finales de la década de los setenta del siglo XVIII, las líneas son ascendentes. En segundo lugar, pese a la escasez anteriormente comentada, la pintura cristológica es la que tiene una mayor cantidad de producción visual sostenida a lo largo de todo el siglo.

 

 

 

Referencias bibliográficas y lecturas recomendadas

Schenone, Héctor. (1998). Iconografía del arte colonial. Jesucristo. Buenos Aires: Fundación Tarea.

Sebastián, Santiago. (1989). Contrarreforma y Barroco. Madrid: Alianza Editorial.

 

 

Contenidos recomendados