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El Pentateuco y el relato de los orígenes

El relato de los orígenes

El Pentateuco, los cinco primeros libros de la Biblia, fue uno de los textos más comentados desde la Edad Media y, de alguna manera, el más polémico. Estos libros contienen la versión de los primeros tiempos y deben leerse en clave de la historia de la salvación. Por esta razón, el texto no solo narra la creación, la caída de Adán y Eva, y la historia de Israel, teniendo como eje central la historia de Moisés hasta su muerte. El Pentateuco también incluye el proceso de la determinación de Israel como pueblo elegido y, en consecuencia, la otorgación de la ley, la alianza y la promesa de redención que comienza con la búsqueda de la tierra prometida. Es decir, estos libros contienen un compendio de problemas de alcances significativos para la tradición cristiana, pues involucran la pareja primordial, el pecado original y la promesa de salvación (Sebastián, 1990, p. 109). Para el cristianismo, metafóricamente, toca sus orígenes esenciales: Cristo como promesa, la Virgen como la nueva Eva de nacimiento inmaculado y la Iglesia como el nuevo pueblo elegido.

Mapa 1. El Pentateuco en relación a la categoría Antiguo Testamento por país

Estos son tan solo algunos de los elementos que toma el catolicismo colonial del Pentateuco. Por aquel momento, el catolicismo se está defendiendo de los ataques protestantes, que trataban de establecer una versión distinta de la lectura de la Biblia, sosteniendo que no era necesaria la mediación sacerdotal ni de la Iglesia para su interpretación. Los reformados abogaban por una lectura libre de la Biblia en lengua vernácula. De hecho, esta fue una de las acciones rebeldes de Lutero, traducirla del latín y publicarla para que fuera un artefacto público. Este contexto es esencial para entender el lugar que ocupa la producción de imágenes del Antiguo Testamento en la cultura visual, pues prácticamente la pintura y el sermón eran el único contacto de una persona con los relatos bíblicos. Basta recordar, además del alto índice de analfabetismo, que en la cristiandad católica las Biblias solo existían en latín y no eran objetos públicos. Habría que esperar hasta el Concilio Vaticano II, en 1965, para que los católicos accedieran a la Biblia en sus lenguas vernáculas.

Los reformados abogaban por una lectura libre de la Biblia en lengua vernácula. De hecho, esta fue una de las acciones rebeldes de Lutero, traducirla del latín y publicarla para que fuera un artefacto público.

El problema no solo era la falta de acceso a la Biblia, sino también de la exégesis, es decir, las formas de lectura que habían sido organizadas desde la Edad Media en torno a los libros sagrados. Las imágenes visuales y narradas contenidas en los libros del Pentateuco dependían de los sentidos exegéticos empleados para comunicar el mensaje (Lubac, 1959). Muchas de las metáforas y alegorías del Pentateuco, como el arca de Noé, la nueva Eva o la Iglesia militante, se aprehendían por la predicación eclesiástica. Un católico colonial conocía la compleja simbología detrás de estos relatos bíblicos por lo que oía en las predicaciones, por las imágenes que circulaban en las iglesias o por los grabados autorizados. Esta es precisamente la importancia de los relatos visuales, pues complementaban la predicación y ayudaban a construir imágenes mentales de los temas bíblicos.

Es en virtud de su relevancia que queda la inquietud de la escasez de las pinturas de estos temas, especialmente por aquellos que trataban pasajes tan centrales como los del Pentateuco. Como se observa en el mapa 1, estos son los temas con mayor cantidad de reproducciones en buena parte de la América colonial. En regiones como Nueva España, Guatemala, Perú, Brasil, los territorios anglosajones de Norteamérica y la audiencia de Charcas superan el 50 % del total producido sobre el Antiguo Testamento. Nueva Granada y Río de la Plata (Argentina) tienen un porcentaje menor porque allí pesan los temas históricos. En los dos grandes virreinatos se produjeron series sobre temas del Pentateuco, y no solo porque este fuera el ciclo más representado (gráfico) de la pintura bíblica: estos tópicos eran importantes para la evangelización. Además de estas, el desarrollo de series es escaso, de las cuales solo existen estos ejemplos.

 

El Pentateuco en el tiempo

Vinculado con los posibles usos de estas imágenes en procesos de evangelización y cristianización, los temas del Pentateuco son más frecuentes en la segunda mitad del siglo XVI, el siglo en el que avanzó la cristianización, y casi todo el siglo XVII. Decae con fuerza en el siglo XVIII, en buena medida porque aparecen nuevos intereses visuales.

Gráfica 1. Línea de tiempo de producción visual del Pentateuco

 

Las imágenes del Pentateuco

Gráfica 2. Temas más frecuentes del Pentateuco

Las pinturas existentes que proceden del Pentateuco no cumplen necesariamente con un ordenamiento programático o están relacionadas con un conjunto de fuentes impresas que permita establecer un plan de contenidos. Se trata de imágenes que son resultado de la ilustración de momentos importantes de la denominada historia sagrada, pero no comportan una secuencia o algún tipo de relato continuado sobre un libro o un tema específico. Así se observa en la gráfica 2, que muestra que los temas temas son dispersos. Del libro del Génesis, el más conocido del Pentateuco, que comienza con la creación y termina con la historia de José y Jacob, solo se toman para su representación las escenas más conocidas: la creación, los eventos de Adán y Eva (ilustración 1), el diluvio (ilustración 3), las historias de Abraham, José y Jacob (ilustración 2, Arca 2570), entre las más importantes. Aunque muchas de esas pinturas están inspiradas en grabados europeos de los siglos XVI y XVII, en Pessca pueden observarse algunos ejemplos, la mayor parte no están conectadas entre sí. Es decir, debida su importancia catequética, la mayor parte de estas pinturas no responden a modelos narrativos definidos, sino que sus relatos visuales proceden de diferentes fuentes. En muchos temas de la pintura colonial solía haber mayores correspondencias, aunque se elaboraran en puntos geográficos distintos.

Ilustración 1. Benjamin West, La expulsión de Adán y Eva del paraíso. Óleo sobre tela, 1791, Estados Unidos. Colección National Gallery of Art, Washington. (Dominio público)

 

Algunas de estas pinturas cumplen con una característica barroca, generar relatos continuados en una misma imagen, lo que tenuemente reemplaza la falta de series sobre los diversos temas. Algunas pinturas de Adán y Eva, por ejemplo, sirven para narrar varios acontecimientos en una misma escena: el paraíso, la creación de Eva, el árbol del bien y del mal (Arca 10942). Aunque hay relatos continuados son pocas las series. Las dos únicas ubicadas pertenecen a espacios que condicionan el relato al lugar donde se generan: los techos. La primera de ellas fue ejecutada por Juan Gerson en la Nueva España, hacia 1562, y es una secuencia de acontecimientos bíblicos del Antiguo Testamento (Arca 7170-7190), la mayoría de ellos relativos al Pentateuco. La obra fue realizada en papel de amate y es una clara interpretación indígena de estos libros (Reyes-Valerio, 1989, p. 123). La segunda se encuentra en el templo de San Francisco, en Quito (Arca 10501), y está compuesta por pequeños cuadros que relatan la historia de la caída y expulsión del paraíso.

Pero además de la clásica historia de Adán y Eva (ilustración 1, Arca 12836), otros relatos del Pentateuco están muy presentes, como la creación, el diluvio universal (Gisbert, 2001, p. 169) (ilustración 3, Arca 595), la destrucción de Sodoma y las historias de Abraham. Muchas de ellas tratan de cumplir con los objetivos teológicos descritos anteriormente. El sacrificio de Isaac (Arca 7237) incluye una pequeña Virgen Inmaculada, que establece nexos entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Pero no todos corresponden a escenas vinculadas a hechos precisos tomados del Pentateuco, pues en muchas otras ocasiones se trata de tomar personajes, independientes de los acontecimientos, y con estos elaborar discursos de sujetos. Por ejemplo, los reyes de Israel se toman de los libros históricos, pero los primeros reyes pertenecen a los relatos del Pentateuco (Sebastián, 1990, p. 112). Esta es la historia de los fundadores del pueblo, Jacob, Josué y Moisés.

Ilustración 2. Cristóbal de Villalpando, José reclama a Benjamín como su esclavo. Óleo sobre tela, ca. 1700, Nueva España. Colección Denver Art Museum, Denver. (Dominio público)

 

Estas referencias visuales a los fundadores son de las pocas imágenes que tienen modelos establecidos de relatos. En estas se dispone un sujeto sentado, coronado, generalmente con un libro abierto e instrumentos de escritura en su mano. Muchas veces existe una inscripción que detalla su nombre. Los escenarios son diferentes, a veces acompañados de pequeñas escenas con algún hecho representativo de estos reyes: la escala de Jacob (Arca 8530) o las leyes de Moisés (Arca 5957).

 

Los relatos del Pentateuco

El tratamiento a las historias que contiene el Pentateuco es el reflejo de cómo una cultura puede representarse en temas tan distantes en tiempo y espacio, y que, además, contienen un alto grado de leyenda y hacen parte de la cosmovisión devocional. Los temas del Pentateuco estaban relacionados con la teología y con la teoría de los tipos/antitipos, pero, además, se prestaban para ser escenarios de otras formas de representación. Se destacan tres problemas que se desprenden de aquí.

Los dos primeros hacen parte de lo que podríamos denominar «proceso de criollización o americanización». Este consiste en la tendencia a convertir las experiencias del allá (europeo) en un acá (americano). Es decir, se trata de observar bajo qué mecanismos los conjuntos regionales americanos lograron traducir lo que provenía de Europa en términos visuales americanos. Donde se revela esta afirmación es en la incorporación de la naturaleza dentro del llamado plan de salvación, lo que se traduce en la incorporación de animales y plantas americanos en los relatos de origen europeo. Esta acción, de paso, zanjaba el tradicional debate que llegó hasta el siglo XVII que sostenía que América y sus indígenas no habían sido tenidos en cuenta en el plan de salvación. Prueba de ello era que ni la Biblia ni los autores clásicos mencionaban el continente. Un ejemplo se encuentra en el Arca de Noé, una pintura quiteña de autor anónimo (Arca 5022). Su autor incorpora animales americanos y sorpresivamente algunos indígenas, que suben al arca. Armadillos, tapires y pavos comparten espacio con los tradicionales animales europeos. Pero desde el otro lugar del espectro también se trata de incorporar animales procedentes de la mitología europea —unicornios y aves fénix, por ejemplo— en los paisajes americanos. La creación de Eva de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, entre muchas otras, pone especies americanas al lado de unicornios europeos (Arca 16513).

Ilustración 3. Cristóbal de Villalpando, Arca de Noé. Óleo sobre lámina, 1689, Nueva España. Catedral de la Inmaculada Concepción, Puebla. (Dominio público)

 

El segundo elemento que se resuelve en esta perspectiva es la incorporación de la fauna y flora americanas al paisaje y, de paso, se introduce un proceso de secularización del paisaje como entorno individualizado. Los frondosos paisajes que ocupan casi todo el espacio en las pinturas de los paraísos marcan tipos de espacialidad idílica, en los que el paisaje comienza a alcanzar un lugar como sujeto de representación, como en la pintura de Villalpando que puede apreciarse en Arca 594, en la que el paisaje del paraíso, más que un escenario, es el eje narrativo en el que transcurre una secuencia de escenas relacionadas con la pareja primordial. Por supuesto, este tipo de relatos visuales son más profundos en la pintura anglosajona que para comienzos del siglo XIX minimiza a la pareja, al punto que se refunde dentro del paraíso como paisaje (Arca 11595).

Debido al carácter moral de los relatos del Pentateuco, buena parte de estas imágenes tenían sentido para una sociedad en proceso de evangelización, luego la elección recurrente de ciertos pasajes deja ver cuáles eran las preocupaciones centrales de lo que se debía enseñar en la catequesis.

El tercer problema es la importancia que se le proporcionó a ciertos temas en lugar de otros para llevar a cabo los procesos de evangelización o reorientar la cristianización. Debido al carácter moral de los relatos del Pentateuco, buena parte de estas imágenes tenían sentido para una sociedad en proceso de evangelización, luego la elección recurrente de ciertos pasajes deja ver cuáles eran las preocupaciones centrales y, por tanto, lo que debía enseñarse en la catequesis. El carácter evangelizador de estos temas estaba vinculado a la necesidad de reforzar verdades doctrinales desde un ámbito alegórico. Esta afirmación es plausible debido a la factura de ciertas imágenes, así como a sus contenidos iconográficos, aunque es difícil saber con certeza la ubicación original de estas imágenes o para quién se realizó su fábrica, lo que les hace perder una parte de su valor contextual y, especialmente, la intención narrativa. Muchos de estos elementos se recogen en la imagen, en la cual se encuentra un paraíso muy americanizado, con una pareja primordial y, sobre el árbol, la nueva Eva, María redentora (Arca 3936). El importe catequético se hace muy evidente dentro del proceso de creación del artefacto.

 

 

 

Referencias bibliográficas y lecturas recomendadas

Gisbert, Teresa. (2001). El paraíso de los pájaros parlantes. La imagen del otro en la cultura andina. La Paz: Plural editores.

Lubac, Henri de. (1959). Exégèse Médiévale. Les quatre sens de l’écriture, t. II. París: Aubier.

Reyes-Valerio, Constantino. (1989). El pintor de conventos. Los murales del siglo XVI en Nueva España. México: Inah.

Sebastián, Santiago. (1990). El Barroco iberoamericano, mensaje iconográfico. Madrid: Ediciones Encuentro.

Sebastián, Santiago. (1992). Iconografía e iconología del arte novohispano. México: Grupo Azabache.

Von Rad, Gerhard. (1982). Estudios sobre el Antiguo Testamento. Salamanca: ediciones Sígueme.

 

 

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