X
{{cat.name}}
{{singleVars.tipo}}
({{singleVars.numero}})
Secularización

El camino a una sociedad sin Dios

Puede entenderse por secularización, o por seculares, las prácticas, actitudes, objetos, instituciones, etc., que se encuentran separados o que no corresponden al campo de lo religioso. Por ejemplo, la sociedad occidental actual es secular en el sentido que sus principios no se encuentran regidos por preceptos religiosos. El ejemplo más claro es la separación de los poderes religiosos y las estructuras estatales. La secularización tiene sus orígenes en procesos históricos que tuvieron lugar en los siglos XV y XVI, primero con el humanismo renacentista, que se consolidó de manera definitiva con la revolución científica y el pensamiento ilustrado del siglo XVIII. Sin embargo, la tradición secular tiene raíces más profundas en la división entre el poder terrenal y eclesiástico propio de la Edad Media, así como también en los procesos de individualización y la aparición del capitalismo primitivo, lo cual implicaba otros valores diferentes a los religiosos, como la competencia y el lucro.

La tensión entre lo secular y lo sagrado hace parte del mismo inicio del cristianismo, por la manera como relativizó el carácter cívico de la religión antigua, la cual era una parte fundamental del orden político público. San Agustín hace esta distinción en su obra La ciudad de Dios, en la que establece diferencias entre la Jerusalén terrena y la celestial. En la Edad Media, este modelo se aplicó con la división entre la autoridad espiritual del papa y el poder terrenal de los monarcas europeos, aunque no es posible hablar de una sociedad secular porque toda experiencia estaba mediatizada por lo religioso. El humanismo renacentista hizo una distinción más clara entre lo secular y lo sagrado. Tanto en la pintura, y las otras artes, como en el pensamiento, Dios y la experiencia religiosa ya no ocupaban un lugar tan privilegiado. En buena medida era el resultado de los efectos en la mentalidad de la gran peste de 1348, en la que murió una tercera parte de la población europea. Este hecho cuestionó la presencia de Dios y generó ciertos comportamientos “amorales” frente a la cercanía de la muerte. Maquiavelo recogió parte de las tensiones al proponer un comportamiento político de los gobernantes apartado de la moralidad o de los principios cristianos. Las preocupaciones eran cada vez más seculares.

El punto de quiebre lo plantea el caos desatado por la Reforma protestante y el rompimiento de la societas christiana en Europa occidental. La explosión de sectas cristianas enfrentadas entre sí y con el catolicismo, así como la violencia generalizada que esto provocó en la primera mitad del siglo XVII, hizo imposible pensar los asuntos terrenales a partir de lo sagrado, pues esto dificultaba cualquier paz estable en el continente. La guerra civil inglesa puso sobre el tapete el tema de la tolerancia religiosa para evitar el desmembramiento de la sociedad. Además, con el Tratado de Westfalia, que puso fin a la guerra de los Treinta Años (1618-1648), se volvía efectivo, en la práctica, el principio de “cuius regio, eius regio”, quien gobierna una región, esa es la religión. Esto facilitó las relaciones diplomáticas, políticas y públicas al limitarlas a aquello sobre lo que los Estados podían tener acuerdos: el mundo secular.

El proceso secularizador se vio fortalecido también en ámbitos por fuera del político. Campos del conocimiento como la medicina, la filosofía, la astronomía y las ciencias, que surgieron especialmente en el siglo XVII, empezaron a buscar causas no religiosas. Los estudios de medicina dejaron de lado las preocupaciones cristianas sobre la intervención del cadáver para analizar la anatomía humana de manera empírica. El escepticismo racionalista de Descartes motivó el pensamiento filosófico occidental completamente alejado de la tradición cristiana, que llevaba imperando en Occidente por mil trescientos años, y trabajos políticos como los de Hobbes y Rousseau buscaron dar el sentido del orden social a la libertad de los hombres en lugar de los designios de Dios. En este mismo tenor se movían la astronomía, la naciente física, las matemáticas y la química. En el siglo XVIII, aunque la sociedad europea seguía siendo profundamente religiosa, se planteaban atisbos seculares que ponían límites a lo sagrado y lo profano, y lo primero se vería cada vez más relegado a la esfera de lo privado.

 

 

Referencias bibliográficas y lecturas recomendadas

Claus, Karl y Charles, Victoria. (2009). Baroque Art. Nueva York: Parkstone Press International.

Kennedy, Emmet. (s.f.). The Tangled History of Secularism. Disponible en: http://www.mmisi.org/ma/42_01/kennedy.pdf

Manson, S. F. (1953, febrero). Science and Religion in 17th Century England. Past and Present, (3), 28-44.

 

Contenidos recomendados