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Pintura en el Brasil colonial

Las artes visuales de herencia portuguesa

Para algunos historiadores, la pintura colonial brasilera no alcanzó el mismo grado de producción y calidad que caracterizó la de las colonias españolas (Andrade Ribeiro, 2006). Aunque es muy difícil establecer este tipo de comparaciones, esta mención se asienta en que uno de los principales hitos de la tradición pictórica de la América portuguesa es la pintura en perspectiva de techos de iglesias, los cuales no tienen parangón en el resto de América. En Brasil, hasta el ocaso del periodo colonial, la formación de los pintores se produjo en los talleres, y como ocurrió en otras partes de América, no establecieron una organización gremial sólida debido a la precariedad de las condiciones locales. Se debe señalar la presencia de algunos pintores europeos, quienes influyeron sobre la pintura colonial brasilera junto con las pinturas y grabados importados que sirvieron de modelos iconográficos. Sin embargo, los pintores fueron en su mayoría de origen local, destacándose la participación de afrodescendientes y mulatos. Es importante notar que gran parte de la producción pictórica colonial brasilera es anónima.

Los primeros indicios de la presencia de pinturas y pintores en Brasil están relacionados con la actividad de la Compañía de Jesús, establecida en el territorio en la segunda mitad del siglo XVI. Esto inició una tradición pictórica predominantemente religiosa, siendo las órdenes religiosas los principales comitentes de pinturas. Por esta razón, durante los siglos XVI y XVII, un número importante de los pintores surgió del ámbito conventual. Si bien en el siglo siguiente la pintura continuó siendo mayormente religiosa, aparecieron nuevos comitentes, como las hermandades de laicos y las terceras órdenes.

Así mismo, surgió una tradición de pintura religiosa popular compuesta por exvotos. Estas representaciones fueron comisionadas por sujetos del común y de la élite, las cuales aportan informaciones valiosas sobre la sociedad que las produjo. La distribución de los principales centros de producción pictórica está relacionada directamente con la evolución socioeconómica del Brasil colonial. En los siglos XVI y XVII se concentró en las regiones de Bahía y Pernambuco, en el nordeste, núcleo de la economía azucarera. En el siglo XVIII, la explotación aurífera y diamantífera en Minas Gerais, territorio conectado con la metrópoli portuguesa vía Río de Janeiro, condujo a que estas regiones del sur y del interior se consolidaran como importantes centros de producción visual.

En los siglos XVII y XVIII, la mayor parte de las pinturas producidas en Brasil tuvieron como función el ornamento de las naves de las iglesias, ubicándose en paneles incorporados a la decoración de las paredes o en casetones en los techos. También se produjeron lienzos que ornaban otros espacios de los edificios religiosos, como los paneles y casetones, caracterizados por sus colores austeros y sus composiciones estáticas. A finales del siglo XVII puede destacarse la obra de Frei Ricardo do Pilar (ca. 1635-1700), religioso alemán, cuyas pinturas adornan el monasterio de São Bento en Río. La ocupación holandesa de Bahía (1624-1625) y Pernambuco (1630-1654) dio lugar a una producción pictórica que, si bien no tuvo influencia en la pintura brasilera del periodo, sí afectó de manera indeleble cómo se percibía este territorio en Europa. Frans Post (1612-1680) pintó en Brasil dieciocho paisajes y cientos de dibujos que luego utilizó como fuentes para cuadros que realizó en Europa. A su vez, Albert Eckhout (ca. 1610-1665) es recordado, sobre todo, por sus representaciones “etnográficas” de los habitantes de Brasil y sus naturalezas muertas compuestas por frutos locales.

Las pinturas en las iglesias de casetones y paneles continuaron en boga en el siglo XVIII, pero fueron perdiendo espacio frente a la que sería la principal manifestación de la pintura colonial brasilera: las pinturas de techos en perspectiva. El primer ejemplo de este tipo de obra fue el techo de la Iglesia de la Tercera Orden de São Francisco da Penitência en Rio de Janeiro, elaborado por Caetano da Costa Coelho en la década que comienza en 1730. Estas pinturas se caracterizaron por presentar decoraciones arquitectónicas, pintadas en trampantojo, que rodeaban una imagen central, la cual generalmente no se trazó en verdadera perspectiva, sino a modo de una “imagen de altar” plasmada en el techo. Las principales manifestaciones de este tipo de pintura se elaboraron en el nordeste y en Minas Gerais, destacándose en la primera región el pintor José Joaquim da Rocha (1737-1807). Activo durante cuarenta años en Salvador de Bahía, su obra maestra es el techo de la iglesia de A Conceicao da Praia (1772-1774).

En la región de Minas Gerais se produjeron techos “barrocos” hasta mediados del siglo XVIII, cuando comenzó a incorporarse en estas obras el lenguaje estético del Rococó. Mientras en las regiones del nordeste entraba en decadencia la pintura de techos, en Minas Gerais se constituyó un conjunto de obras sin par en Brasil, el cual solo puede explicarse en consideración de la opulencia minera de la región. El apogeo del Rococó minero se alcanzó con las obras de Manuel da Costa Ataíde (1762-1830), activo sobre todo a principios del siglo XIX, quien pintó techos de iglesias en Ouro Preto y Mariana.

La pintura de temática no religiosa fue numéricamente mucho menos importante que la religiosa, manifestándose sobre todo en retratos. Estos representaron personajes del clero y benefactores de las Santas Casas de Misericordia, como las de Río de Janeiro y Salvador. Así mismo, existieron retratos oficiales de autoridades locales y de miembros de la familia real portuguesa. Hacia 1795, el pintor mulato Leandro Joaquim (1738-1798) realizó los primeros paisajes de la pintura brasilera, una serie de seis marinas y vistas de la ciudad para adornar el Paseo Público de Río de Janeiro. A finales del siglo XVIII se experimentó en Brasil la aparición gradual de nuevos lenguajes iconográficos, los cuales estaban influenciados por las formas de ver y las prácticas ilustradas. Por ejemplo, Carlos Julião (1740-1811) realizó una serie de 43 acuarelas que registran tipos sociales y escenas de costumbres brasileras. Estas reflejan el tipo de mirada clasificatoria propia de los agentes imperiales imbuidos de los ideales ilustrados.

Estos ideales, esta vez en lo conducente a un mejor conocimiento del territorio en pos de su explotación económica racionalizada, impulsaron la realización de la Viagem filosófica por las capitanías de Grão-Pará, Río Negro, Mato Grosso y Cuiabá entre 1782 y 1792. En esta expedición científica, comandada por Alexandre Rodrigues Ferreira (1756-1815), participaron los dibujantes José Joaquim Freire y Joaquim José Codina. Podría afirmarse que el ciclo de la pintura colonial en Brasil comenzó a cerrarse con el establecimiento en Río de Janeiro de la Academia Imperial de Bellas Artes, la cual inició su funcionamiento en 1826. Esta institución, de fundación precoz en el contexto latinoamericano, fue un foco de renovación de la enseñanza artística en Brasil e impulsó la difusión de lenguajes estéticos diferentes a aquellos en boga en tiempos coloniales.

 

 

Referencias bibliográficas y lecturas recomendadas

Andrade Ribeiro de Oliveira, Myriam. (2006). Arte no Brasil nos séculos XVI, XVII e XVIII. En História da arte no Brasil. Textos de síntese. Río de Janeiro: Universidade Federal do Rio de Janeiro.

Andrade Ribeiro de Oliveira, Myriam y Pereira da Silva, Aurea. (1989). Brazilian Colonial Painting. En Damián Bayón y Marx Murillo, History of South American Colonial Art and Architecture: Spanish South America and Brazil. Barcelona: Ediciones Polígrafa.

Costa, María de Fátima y Diener, Pablo. (2000). Viaje filosófico al interior de la América portuguesa. La expedición de Alexandre Rodrigues Ferreira (1783-1792). Anales del Museo de América, 8, 123-146.

De Carvalho, Anna Maria Fausto Monteiro. (2005). Da Oficina à Academia: A transição do ensino artístico no Brasil. En Actas do VII Colóquio Luso-Brasileiro de História da Arte, Universidade do Porto. Porto: Universidade do Porto, 31-40.

Enciclopédia Itaú Cultural de Arte e Cultura Brasileiras. Disponible en: http://enciclopedia.itaucultural.org.br/. Consultado el 4 de septiembre de 2017.

Neves Abreu, Jean Luiz. (2005). Difusão, produção e consumo das imagens visuais: o caso dos ex-votos mineiros do século XVIII. Revista Brasileira de História, 25(49), 197-214.

Sadlier Darlene J. (2008). Paradise (Re)Gained: Dutch Representations of Brazil and Nativist Imagery. En Brazil Imagined. Austin: University of Texas Press.

Tenreiro, Maria Manuela. (2007). Military Encounters in the Eighteenth Century: Carlos Julião and Racial Representations in the Portuguese Empire. Portuguese Studies, 23(1), 7-35.

 

 

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