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Universidades coloniales

Las instituciones del conocimiento

Durante una buena parte de los siglos XVI al XVIII, la empresa colonizadora española encontró su principal razón de ser en la evangelización y conversión de los nativos del Nuevo Mundo, por lo que no es extraño que la Iglesia se constituyera en uno de los poderes centrales del orden colonial. A pesar de encontrarse sometida a la autoridad real gracias al Patronato Real de Indias, el poderío y la influencia del clero en los temas políticos y administrativos tuvieron un gran peso. Esto se debió, entre otros factores, a los siguientes: por un lado, la Iglesia en América gozaba de grandes riquezas gracias a las donaciones que recibía de la Corona, de grandes terratenientes y de la tributación. Gracias al derecho de mortmain, el cual establecía que las posesiones eclesiásticas no podían ser divididas o distribuidas ni cambiar de dueño, las riquezas de la Iglesia en la América colonial no podían disminuir sino crecer. Así pues, se calcula que para el momento de la Independencia, en muchos lugares de Iberoamérica, la Iglesia era la dueña de, por lo menos, la mitad de todos los bienes inmuebles, como sucedió en el caso de México. Por el otro lado, la mayor parte de lo que hoy denominamos servicios sociales eran prestados por las instituciones eclesiásticas, como hospitales, misiones, centros de caridad, escuelas y universidades.

La educación fue precisamente uno de los derechos más celosamente defendidos por las esferas eclesiásticas, incluso después de la Independencia. Las universidades coloniales se fundaron en fecha muy temprana por las órdenes misioneras que llegaron al Nuevo Mundo. La creación de estas instituciones servía a varios propósitos: facilitaba la instrucción de novicios que debían llevar su tarea misionera entre los nativos y proporcionaba oportunidades de educación a los descendientes de los conquistadores de maneras más o menos similares a las que se daban en la metrópolis. Este aspecto era muy importante porque se esperaba que ellos ejercieran las funciones administrativas de los reinos. Por lo tanto, debía elevarse el nivel de estudios para poder obtener autorización de otorgar grados mayores en los territorios de ultramar. Los centros de estudio debían, en la segunda mitad del siglo XVI, seguir los lineamientos y metas de la Contrarreforma. Así pues, cayó en manos de órdenes religiosas, principalmente de los jesuitas, la fundación, la administración y el adoctrinamiento de estas universidades.

Las universidades coloniales procuraron seguir los modelos académicos de las dos universidades más famosas de España: la de Salamanca y Alcalá de Henares. El modelo de Alcalá se encontraba estructurado en la idea del “colegio-universidad”, muy cercano al ambiente conventual. De hecho, era el prior del convento el mismo rector del colegio y de la universidad. De aquí se desprende que la principal preocupación de las universidades que siguieron este currículo fuera la instrucción en teología, la cual no era tan relevante en el caso de las universidades salamantinas. Este último modelo fue el que siguió la mayoría de las universidades fundadas en la América colonial, el que correspondía a la más importante institución educativa española.

La popularidad de este modelo se debía al prestigio de la universidad, pero también a que los cursos que se dictaban eran determinados por votación de los estudiantes y a la mayor oferta de materias, las cuales estaban basadas en las siete artes liberales (trivium y cuatrivium) y el estudio del derecho. La enseñanza constaba de dos partes: una lectio o lectura por parte del catedrático, seguida por una disputatio o discusión, que buscaba ejercitar la capacidad dialéctica de los estudiantes. El idioma de enseñanza era el latín, un requisito para ingresar a cualquier facultad.

Entre la fundación de la primera universidad en las colonias, la de Santo Tomás en Santo Domingo (1538), y la última, la de León de Nicaragua (1812), se establecieron 32 instituciones oficialmente reconocidas por las autoridades papales, reales o ambas. Las más importantes correspondían a los centros coloniales más significativos para la Corona española, las universidades de Lima y México (1551), siendo ambas mayores, reales y pontificias, que seguían el modelo de Salamanca. Las universidades indianas podían otorgar títulos de bachiller, licenciado, magisterio y doctorado, siendo estos últimos dos los más prestigiosos y relativamente equivalentes. El título variaba dependiendo de la materia: los juristas y médicos eran doctores mientras que los teólogos y artistas, maestros. Como las universidades tenían como objetivo la preparación de los futuros funcionarios públicos y eclesiásticos, su ingreso estuvo limitado a peninsulares y criollos. Para poder ingresar a la universidad era necesario que el aplicante pudiera comprobar su linaje o limpieza de sangre.

Las universidades coloniales estuvieron sujetas a las reformas llevadas a cabo por la Corona borbónica en el siglo XVIII, lo que les permitió mantenerse al ritmo de la Ilustración europea. La institución que mejor refleja este cambió fue la Universidad de San Carlos de Guatemala, en la que se llegó a instaurar física experimental como cátedra universitaria en 1769. Además, se propuso una reestructuración del currículo universitario, en la cual se solicitó un programa de doce cátedras que incluían física y anatomía, y suprimir la limitación del texto único, al tiempo que se introdujeron una serie de “lecturas obligatorias” y el cambio del modelo aristotélico-tomista por el de la duda cartesiana. Entre las transformaciones más importantes fue la implantación del castellano como lengua académica junto con el latín.

 

 

Referencias bibliográficas y lecturas obligatorias

Castillo, Lina del, Leal, María del Rosario y McCormick, Grace. (2014). Iconografía intelectual en el Virreinato de la Nueva Granada, siglo XVIII. Bogotá: Universidad Externado.

Díaz, Cecilia. (2006). Universidades indianas del periodo colonial. Buenos Aires: Universidad Católica de Argentina.

Tunnerman, Carlos. (s.f.). Desarrollo histórico de la universidad en América Latina. Disponible en: http://www.cibertlan.net/biblio/tidlectrsbascs/Tunnermann.pdf.

 

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