Los temas artísticos del barroco europeo variaron de lugar a lugar, siendo más clara la división entre los territorios católicos y protestantes. En los reinos que conservaron su lealtad al vicario de Roma primaron los temas religiosos que tenían, entre otros objetivos, comunicar el esfuerzo de la Contrarreforma que se había desprendido del Concilio de Trento (1565). Por otro lado, el proceso de la Reforma, que había tomado una posición crítica frente al culto de las imágenes, generó en los territorios que se acogieron a sus propuestas un tipo de arte secular, más relacionado con la vida cotidiana, y temas tales como bodegones, ruinas, naturalezas muertas, retratos y, más tarde, paisajes.
El barroco italiano, por ejemplo, tuvo una gran influencia de la tradición humanista de los siglos XV y XVI, al cual se le aumentaron los detalles decorativos y estructurales en la escultura y la arquitectura. Además, se adecuaron las iglesias para hacerlas más suntuosas, y los temas religiosos siguieron siendo predominantes en las artes, tales como el David (1624) y San Longino (1638) de Bernini, o la San Verónica (1639) de Francesco Mochi. Esta importancia de los temas religiosos es evidente en los demás países católicos, como las pinturas del Greco producidas durante el siglo XVII en España. Precisamente es en la península ibérica donde se ve más una fuerte influencia de las instituciones religiosas y sus temas. El hecho de que la Iglesia hubiera sido una de las grandes promotoras de la pintura durante los siglos XVII y XVIII no quiere decir que se hubiera limitado a temas relacionados con el cristianismo. Debido a que los monarcas eran los principales mecenas de los artistas del periodo, hay una gran cantidad de temas en las obras en las cortes católicas.
De este modo, despega la pintura secular de manera irregular, pero muchas veces vinculada a propuestas religiosas y morales. Por ejemplo, los temas mitológicos, los cuales habían empezado a ser tratados desde el Renacimiento, fueron muy populares durante el Barroco, ya que junto con la pintura histórica estaban relacionadas con la importancia de exaltar vicios y virtudes. Esto puede observarse en pintores como Diego Velázquez en España, Balthasar Permoser en Alemania, François Girardon y Pierre Puget en Francia, y Domenico Zampieri en Italia. Los bodegones y las naturalezas muertas aludían al vanitas barroco. Igualmente, teniendo en cuenta que las monarquías absolutas buscaban una exaltación del poder real por medio de toda una parafernalia artística que incluía pintura, arquitectura y escultura, los retratos reales se hicieron populares en las cortes europeas; los mejores ejemplos son el de Luis XIV (1701) pintado por Hyacinthe Rigaud o los retratos de Velázquez en la corte de Felipe IV. La creciente aparición de retratos, sobre todo en los Países Bajos, da testimonio del auge del individualismo como autoconciencia, lo que fue fundamental en la cultura del siglo XVIII.
Finalmente, el Barroco también se volcó sobre temas más cotidianos, como el paisaje y lo que podría empezar a llamarse “arte costumbrista”. Pinturas como las de William Hogarth, Bartolomé Esteban Murillo, Jusepe de Ribera y Johannes Vermeer buscaron alejarse de los círculos reales y retratar a los individuos del común en actividades cotidianas. Este tipo de arte fue particularmente importante en los Países Bajos, donde una creciente sociedad precapitalista permitió que el arte fuera accesible a personas por fuera de los círculos de la nobleza y, por lo tanto, se alejaba de los discursos oficiales de la Corona y la religiosidad doctrinante. Algo similar ocurrió en Inglaterra, pero más tardíamente, pues la cultura anglicana no tenía especial interés en la imagen, por lo que el momento de mejor desarrollo fue el siglo XVIII, muy dentro de la línea mencionada.
Arte barroco general. Disponible en: http://iesjorgejuan.es/sites/default/files/apuntes/sociales/historiadelarte2/tema11barroco/artebarrocogeneral.pdf.
Claus, Karl y Charles, Victoria. (2009). Baroque Art. Nueva York: Parkstone Press International.
Maravall, José Antonio. (1975). La cultura del Barroco: Análisis de una estructura histórica. Barcelona: Editorial Ariel.