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Orden del Carmen

Su origen medieval

A diferencia de otras órdenes mendicantes, como los franciscanos o los dominicos, los carmelitas no tomaron su nombre de algún líder fundacional carismático sino del monte Carmelo en Tierra Santa, donde, según el Antiguo Testamento, Elías retó a los sacerdotes de Baal de la corte de Acab y Jezabel. En consecuencia, los carmelitas empezaron como ermitaños. Sin embargo, para finales del siglo XIII se habían convertido en una de las grandes órdenes mendicantes, cuya principal actividad misionera se encontraba dirigida hacia los centros urbanos europeos. Es difícil establecer el origen exacto de los carmelitas debido a su origen ermitaño, aunque se tienen fuentes documentales como De conversatione sevorum Dei y Libellus de diversis ordinibus qui sunt in Aecclesia, las cuales hablan del estilo de vida de monjes occidentales que habían decidido la privación y penitencia extremas en el Medio Oriente como forma de servicio a Dios en el siglo XII.

Estos protocarmelitas vivieron sin supervisión eclesiástica y sin una regla definida hasta comienzos del siglo XIII. En este momento, según la tradición, le pidieron a Alberto Vicelli, patriarca latino de Jerusalén, que les otorgara una regla monástica bien definida, titulada vite formula. Esta primera regla era una combinación de elementos eremitas y cenobíticos. Por ejemplo, estipulaba que cada monje debía vivir en una celda separada y que se podían reunir para la misa en determinadas horas, rechazaban la propiedad privada y eran guiados por un prior elegido de manera comunal. La comunidad experimentó un rápido y vivaz crecimiento, tal como aparece retratado en la Historia orientalis del obispo de Acre, Jacques de Vitry.

El desplazamiento de la orden hacia Occidente ocurrió a raíz de la creciente incertidumbre sobre la seguridad de los Estados latinos en Tierra Santa en el siglo XIII, los cuales se veían crecientemente amenazados por los mamelucos de Egipto. Contando con el apoyo papal, el cual resultó fundamental debido a la prohibición sobre la riqueza y la propiedad de la Orden del Carmen, comunidades carmelitas aparecieron en Chipre (1238), Sicilia (1240), Inglaterra (1242), Florencia (1268) e Irlanda (1271). Para el siglo XIV, la orden tenía casas en todos los reinos de Europa occidental. Este movimiento estuvo acompañado de una transformación de la regla de la orden, la cual se emparejaba con los ideales mendicantes. Esta transformación mostraba tanto continuidad como ruptura: hacía énfasis en la pobreza y la supervivencia por medio de la caridad, pero abandonaba la vida estrictamente contemplativa por una más activa en las comunidades urbanas. Al mismo tiempo, reforzaba los elementos cenobíticos de la regla de la orden, la cual permaneció hasta 1430. A partir de estos cambios, los carmelitas tuvieron un papel más activo en los Estados europeos en los que se encontraban. Por ejemplo, el carmelita Thomas Netter sirvió como inquisidor en Inglaterra, viajó a Francia con Enrique V y fue embajador inglés ante la corte polaca de Vladislao Jagellón (1386-1434).

Para el siglo XIV, los carmelitas habían sido totalmente aceptados como orden mendicante por la bula Super Cathedram, de 1326, del papa Juan XXII. Durante este siglo, la orden se expandió en las universidades y las ciudades, y contó con un generoso y amplio patronazgo laico. Aunque esto permitió que la Orden del Carmen creciera, también creó conflictos con el clero secular sobre las actividades que podían llevar a cabo y los inmiscuyó en las controversias políticas de sus regiones. Por ejemplo, durante el papado de Aviñón, los carmelitas apoyaron indistintamente a los bandos pro o antipapales, lo que imposibilitaba una posición unificada en la orden. Durante los siglos XIV y XV, junto con otras órdenes mendicantes, fueron blanco de numerosas críticas que los acusaba de ser pseudoprofetas, engañadores de la gente, enseñar blasfemias y mentiras, etc. Esta situación estuvo acompañada de una serie de beneficios y relajación de la regla por parte de los papas del siglo XV, lo que trajo críticas dentro de la misma orden. Algunos miembros pidieron el regreso a una observancia más estricta que reflejara el ethos original. El resultado más notorio de este esfuerzo fue la reforma de la Orden de los Carmelitas Descalzos en España, en 1562.

 

 

Referencias bibliográficas y lecturas recomendadas

Andrews, Frances. (2006). The Other Friars: The Carmelite, Augustinians, Sack and Pied Friars in the Middle-Ages. Suffolk: The Boydell Press.

Berman, Constance. (2009). Monastic and Mendicant Communities. En A Companion to the Medieval World (Lansing & English Ed.). Oxford: Wiley-Blackwell.

 

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