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La escueta información del Concilio de Trento

Descripción: la historiografía del arte colonial con frecuencia exalta el aporte del Concilio de Trento a la reorganización de la política católica sobre las imágenes. Sin embargo, el Concilio solo las mencionó de manera muy escueta. Este texto es la exhortación a los obispos para enseñar la fe y redención a los fieles mediante las imágenes sagradas. A él se reduce la mención explícita del Concilio sobre las imágenes.

 

Sesión, XXV del día 2 de diciembre de 1565

 

En cuanto a las imágenes manda el Concilio, que las de Cristo, de la Virgen y de los Santos deben tenerse en los altares de los templos, y tributos el honor debido, no porque en ella este la divinidad o alguna virtud, sino porque el honor redunda en la cosa que representa: y encargar a los Obispos que enseñen que por medio de las historias de nuestra redención representadas en pintura, se instruye y conforme al pueblo recordándole los artículos de la fe, los beneficios y dones que Dios le ha concedido, los saludables ejemplos de los santos y los milagros que Dios ha obrado por ellos. El concilio anatemiza por consiguiente a todos los que enseñan lo contrario. Por ultimo después de ordenar que sea desterrado todo abuso y superstición, encargada eficazmente que no abusen los fieles de las fiestas de los Santos, empleándolas en comidas y embriagueces, y establece que ninguna imagen o reliquia de los santos se ponga en los templos sin aprobación de los obispos.

 

De la invocación, veneración y reliquias de los Santos, y de las sagradas imágenes

 

Enseñen con esmero los Obispos que por medio de las historias de nuestra relación; expresadas en pinturas y otras copias, se instruye y confirma el pueblo recordándole los artículos de la fe, recapacitándoles continuamente en ellos: además que se saca mucho fruto de todas las sagradas imágenes, no solo porque recuerdan al pueblo los beneficios y dones que Cristo les ha concedido, sino también porque se exponen a los ojos de los fieles los saludables ejemplos de los santos, y los milagros que Dios ha obrado por ellos, con el fin de que den gracias a Dios por ellos, y arreglen su vida y costumbres a los ejemplos mismos de los santos; así como para que se existen a adorar, y amar a Dios, y practicar la piedad.

 

 

López de Ayala, Ignacio. (1847). El sacro y ecuménico Concilio de Trento (pp. 42 y 330-331). Barcelona: imprenta del Dr. Martín Indar.

 

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